Madre de Dragón

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Duerme mi vida, duerme.

Duerme y deja el mundo andar.

Duerme que te duerme días y noches.

Duerme y deja de hacer intentos de despertar.

Duerme fulminado por los «coides»

Duerme, que no hace falta levantar.

Duerme otro 19 de mayo

Duerme acompañado de otros tantos hermanos que también deben dormitar.

Duerme, pequeño dragón inquieto.

Duerme y deja el mundo girar.

Duerme, que aún queda vida inquieta.

Duerme, pequeño dragón, duerme.

Duerme y deja mi vida pasar.

P.

PD: Por mí, por todos mis compañeros y por mí primero 😛

Cuenta la leyenda…

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Hay personas que no se olvidan, ni se olvidarán, aún sin haberlas conocido. Sus historias están en los versos de sus hijos, de sus hermanos, puede que idealizados, quizás sobrevalorados,… en el recuerdo tortuoso de aquel que los vio partir pronto.

Cuenta su leyenda que era joven, inquieto, trabajador y con los ojos verdes más bonito de todo el Guadahorce. Cuentan que sin llegar a la veintena un fusil se lo llevó por sus ideales, como a tantos jóvenes que pensaban que podrían cambiar el mundo. La crueldad de sus semejantes en una absurda guerra se los llevó. Se llamaba Pedro y a día de hoy rondaría los cien años.

Hoy su nombre forma parte, junto al de su padre Joaquín, de una pirámide en un cementerio dejado y medio abandonado de Málaga.

Es una historia velada, tan velada como los ojos verdáceos de quien la cuenta. Su hermano. Su héroe. Una historia velada, como tantas otras que le tocó vivir a un niño de 6 añitos en una guerra. Una historia que hace ensombrecer la mirada verdácea del que la cuenta. Una historia que sobrecoge a quien la escucha. Una historia de un niño con 90 años, donde solo se habla de la persona que echa de menos, no de males, ni la época en la que le tocó vivir. Una historia sin rencores, luchas y guerra. Solo lo bonito de las personas.

Ay Rafalito, Rafalito, qué haremos cuando nos falten tus historias…

P.

Dos años…

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sodahead.com

Dos años sin ti. Sin tus piques, sin tus palabras, sin tus sobreentendidos.

Siento tanto que hayas tenido que enterarte así, en calma, después de la tempestad, pensando que tu también me abandonarías para no sufrir, pensando que ya no formarías parte de mi.

Siento tanto haber dudado de ti, de tu fidelidad, de tus gestos, de tu amor.

Y por muchos años que pasen, que ya son muchos desde que tu y yo hicimos migas, sé que siempre estarás de una forma u otra. Sé que te tengo ahí para recordarme a esa adolescente cabezota, risueña e insistente. Esa que tanto te gustaba a ti, esa que me hace parte de ti.

Dos años… y cómo te echaba de menos, como me alegras el corazón amor.

P.

A tí, pequeña

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No sé qué decirte pequeña, y a la vez, en mi mente bulle de todo. Aún no me creo que ya no estemos a tu espera, no sabes lo que duele saber que ya no estarás, como la desilusión se desvanece dejando paso a un dolor incontenible, ese que muestra que has sido y no serás.

Descansa pequeña Sofía, descansa. Nunca te vamos a olvidar.
(17/11/2015)